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30 junio, 2017
Hay contenedores verdes, centros de acopio en plazas y parques, 12 cooperativas de cartoneros que recorren los barrios y un presupuesto de $ 255 millones destinado a concientizar sobre los beneficios de separar los residuos. Sin embargo, a 12 años de la sanción de la ley de basura cero, que obliga a los porteños a reciclar sus desechos, apenas se recupera el 6% de lo que se genera.
Mal funcionamiento y escasez de dispositivos, intermitencia en las campañas de difusión y pocos controles son algunas de las razones que explican por qué es tan difícil sostener una política de reciclado en la ciudad.
Falta de equipamiento para los recuperadores urbanos y de una sistematización de datos son otras. Así lo enumeran expertos, funcionarios y representantes de sectores de la producción.
Alejandra Castillo vive en Villa Urquiza y en su edificio, por ejemplo, la administración y el consorcio desconocen que el encargado debe recoger los residuos por separado, llevar la basura al contenedor correspondiente y comunicarse con la cooperativa que trabaja en su barrio para que pase a retirar los materiales reciclables. Por un acuerdo que el gobierno porteño suscribió con el gremio de encargados, estos reciben un plus salarial por su participación en el circuito.
«Nadie sabe qué tenemos que hacer. El portero no cobra ese plus ni nosotros separamos. Una sola vecina lleva los reciclables a la plaza de Villa Pueyrredón donde está el punto verde, porque tampoco tenemos campanas para depositar residuos secos en nuestra cuadra», indicó la vecina a LA NACION. Castillo había empezado a separar cuando estaban las bolsas verdes y negras, pero se sintió desalentada al ver que todo se terminaba depositando junto.
En la ciudad se generan por día 6500 toneladas de residuos. Y, según cifras oficiales, sólo llega a 400 toneladas diarias el material recuperado, que se acopia en las 58 plazas, las 300 campanas verdes colocadas en distintos barrios y mediante la tarea de los 5324 recolectores urbanos a los que el gobierno les paga un sueldo básico.
«Estamos trabajando para mejorar, para ordenar la calle. La cantidad de material reciclado que se junta va mejorando, la gente tiene que adquirir el hábito», indicaron fuentes de la Dirección General de Reciclado porteña.
Francisco Suárez, investigador de la Universidad Nacional de General Sarmiento y autor de La Reina del Plata, Buenos Aires: sociedad y residuos, opinó: «Algunos puntos no se articularon bien. Uno es la relación entre el vecino, las cooperativas y los recuperadores. Hoy la gente no sabe bien qué pasa con esa campana o con la recolección puerta a puerta, nunca se terminó de aceitar bien el sistema. En una década hubo cinco o seis sistemas distintos de contenedores, que resuelven temas de higiene urbana pero no de reciclado. Por el contrario, lo complejizan».
Coincidió Alicia Montoya, de la cooperativa El Álamo: «Hay cooperativas que no dan abasto. Reclamamos más camiones para poder mejorar la logística y así poder dar un buen servicio. Pero cada siete meses hay un nuevo funcionario en el área de Reciclado. Para que efectivamente se pueda avanzar, se tiene que hacer una inversión que la ciudad no está dispuesta a hacer. No hay un sistema de gestión».
Montoya se refiere al área hoy a cargo de Yamil Minakowski, tercer director general desde que asumió Horacio Rodríguez Larreta como jefe de gobierno, hace un año y medio. El recambio de funcionarios puede explicar la discontinuidad de las políticas, pero es llamativo que el número de material reciclado se mantenga hace cinco años.
Según un estudio realizado por la Facultad de Ingeniería de la UBA, se podría reciclar al menos el 11,5% de los residuos porteños. Por composición, el 44% del total de desechos es orgánico; el papel representa entre el 15% y 20%, y el plástico -el que más creció en la última década- llegó al 19,1%. El análisis sostiene que hace dos años se registró una presencia del 12% de este material, lo que significa que hay mucho que se recupera en un circuito informal.
Cuando se habla de envases plásticos se engloba el PET, el material del que están hechos la mayoría de los envases domésticos de bebidas. En la industria se estima que en la ciudad se consumen 2500 toneladas de PET por mes.
Mario Tonelli, representante de Ecoplas e integrante de la mesa intersectorial Basura Cero, indicó: «Nuestro interrogante es precisamente cuánto de esas 400 toneladas es plástico. La industria necesita materia prima y el reciclado es una de las posibilidades. Nos preocupa que no haya registros oficiales. Necesitamos datos para poder estimar inversiones y vemos que hace años están estancados».
La Ciudad paga $ 8500 millones a las empresas de higiene urbana por prestar el servicio de recolección de residuos húmedos; el 3% de ese monto debe estar destinado a campañas de concientización.
Además de lo establecido en la ley denominada Basura Cero, la reducción de la basura es un compromiso que la Ciudad firmó con la provincia ya que entierra sus residuos en el relleno Norte III, en San Martín. En los últimos años la cantidad disminuyó, pero no por separación en origen, sino porque el distrito procesa 2500 toneladas de restos de obras de construcción en una planta en Villa Soldati, más lo que se trata en la planta de Tratamiento Biológico del mencionado complejo.
Contradicción con algunas encuestas
En algunas encuestas realizadas, los vecinos aseguran que separan sus residuos. Pero los números oficiales no se condicen con lo que se manifiesta en público.
Según un sondeo realizado por el Consejo Económico y Social de la ciudad, el 65% de los porteños separa los residuos. En tanto, un relevamiento del Centro de Estudios Nuevo Milenio arrojó que lo hace el 22%.
Hace 12 años, la ley de basura cero determinó que la Ciudad debería recuperar el 30% de los residuos reciclables a 2012; ese porcentaje trepaba a un 75% para este año. Para 2020, estableció la prohibición total de envío de residuos reciclables o aprovechables a rellenos sanitarios. Sin embargo, está lejos de esos objetivos.
En su planta de reciclado de Villa Soldati, la ciudad procesa 2400 t diarias de residuos áridos, que se recuperan en un 95% y son vendidos a la industria de la construcción; 80 t de residuos forestales, que se usan como compost y en el espacio público; 10 t de orgánicos y 14 t de PET.
A las cooperativas de cartoneros llega lo que deben separar grandes generadores y lo que se recolecta en los contenedores que están en las calles.