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Más de 336.000 familias del Conurbano bonaerense viven repartidas en unas 900 villas y asentamientos en una situación que cada vez se torna más habitual, lo que da cuenta de la precariedad de una de las zonas más pobladas del país, según el último relevamiento de la ONG Techo.
La cifra es preocupante ya que en sólo 30 municipios de la Provincia de Buenos Aires hay 911 barrios precarios, lo que supone el 37 por ciento de los 2.432 relevados a nivel nacional. Es decir que, casi 4 de cada 10 villas del país están instaladas en el Conurbano, según publicó el Diario Popular.
Ese número se eleva al contar únicamente la cantidad de familias, ya que las 336.635 que viven en este tipo de lugares representan casi el 52 por ciento de los 650.685 encuestadas a nivel nacional, o sea que más de la mitad de los habitantes de asentamientos se sitúan en el Gran Buenos Aires.
Sin contar a La Plata, los distritos más afectados por este problema son La Matanza, con 48.000 hogares repartidos en 114 asentamientos, seguido por Quilmes (36.545 en 56), San Martín (29.450 en 41), Moreno (23.150 en 79), Merlo (20.155 en 52), Florencio Varela (20.025 en 65) y Lomas de Zamora (19.390 en 36).
Según el estudio de la ONG Techo, realizado por unos 800 voluntarios a lo largo y ancho de la Argentina, otros partidos severamente afectados son Pilar (13.180 familias en 43 barrios), Almirante Brown (13.155 en 51), Esteban Echeverría (11.710 en 29), Avellaneda (10.635 en 23), Ezeiza (9.770 en 12), Lanús (9.395 en 16) y José C. Paz (9.030 en 35).
Más atrás en el ranking figuran San Miguel (8.590 en 18), Escobar (7.905 en 26), Tigre (7.640 en 30), San Isidro (6.380 en 16), Presidente Perón (5.700 en 9), General Rodríguez (5.280 en 23), San Vicente (4.810 en 18), Malvinas Argentinas (4.645 en 31) y San Fernando (3.230 en 16).
En tanto, los menos perjudicados por este problema son Vicente López (2.525), Tres de Febrero (2.190), Hurlingham (1.560), Ituzaingó (890 en 14), Berazategui (885 en 6), Morón (495 en 11) y Marcos Paz (320 en 4).
Florencia Yaccarino, coordinadora nacional del Relevamiento de Asentamientos Informales de Techo, aclaró que entre este informe, que toma datos hasta del año pasado, y el que presentaron en 2013, “la cantidad de familias viviendo en asentamientos aumentó un 11 por ciento”.
Además, aclaró que en la metodología del censo contaron hogares, que son familias que comparten la olla, por lo que en una vivienda puede llegar a haber más de un hogar, lo que revela que las 336.000 que viven en este tipo de lugares en el Conurbano representan, aunque sin datos oficiales, un número bastante superior al millón de personas.
Yaccarino explicó que para ingresar en la estadística “los barrios deben tener un mínimo de ocho familias y que la mayoría no cuente con título de propiedad ni acceso regular a dos de tres servicios básicos: red de agua corriente, red cloacal pública y energía eléctrica con medidor domiciliario”.
A su vez, diferenció los criterios que definen villa y asentamiento: “La villa es más densamente poblada, hay pasillos en lugar de calles y no hay manzanas. En cambio, un asentamiento sí cumple con la traza formal de una ciudad, con manzanas, apertura de calle, más espacios verdes y menos densamente poblado”.
La referente de Techo confió que con este trabajo de más de dos años “buscamos que sea información actualizada para que sea una herramienta que el Estado pueda utilizar como diagnóstico para pensar y planificar políticas públicas a largo plazo”.
Según Yaccarino, otro de las metas es “hacer procesos participativos donde se acompañen estas luchas que se vienen dando en los barrios para tener acceso a servicios, infraestructura o tenencia de títulos, ya que siete de cada 10 barrios se organizaron alguna vez para reclamar en ese sentido, o sea para vivir en un hábitat adecuado”.
Por último, evitó comparar esta medición con la del censo nacional de 2001, que implicaría que en los últimos 16 años los asentamientos se hubieran triplicado, ya que la de Techo apunta específicamente a esta problemática.
“Es una metodología distinta. Nosotros medimos asentamientos informales y no radios censales. Estamos en esos lugares, recorremos cada territorio completando la ficha con los referentes comunitarios y escuchamos la voz de los vecinos”, resaltó.