Mauricio Macri relanzó el Plan Procrear
15 marzo, 2017Aumentará el agua y confirman topes de hasta %500 para el gas
15 marzo, 2017
Las villas y asentamientos de emergencia son un viejo pasivo social que tiene la Ciudad de Buenos Aires. Para darle una solución definitiva no se trata solamente de la urbanización. El proyecto que lleva adelante el Gobierno de la Ciudad es mucho más ambicioso porque tiene como eje central la integración de los barrios al resto del ejido urbano, no sólo desde el punto de vista de la infraestructura sino también desde lo social y económico.
En la Ciudad hay 5 villas grandes que son la 31, la 20, la 15 (Ciudad Oculta), la 1-11-14 y la 21-24, y después hay una serie de asentamientos más chicos como Rodrigo Bueno, Fraga, Lamadrid, Cildañez y Piletones. El Proceso de Integración Social y Urbana avanza en distintas etapas de ejecución en los barrios 31, Fraga, 20, Rodrigo Bueno, Lamadrid y Ramón Carrillo, y además se está trabajando con los vecinos de la causa ACUMAR que viven sobre el Riachuelo para relocalizarlos. Son los primeros siete lugares en donde está interviniendo el Gobierno y el objetivo es terminar con los primeros barrios en 2019, para lograr que en 8 años no haya más villas en la Ciudad y que sean todas barrios.
«Nosotros hablamos de integración porque es un concepto superador que involucra la urbanización pero es más que eso porque no solamente hay que construir casas y llevar los servicios, sino también lograr que esos barrios estén definitivamente integrados a la Ciudad. La integración tiene tres patas: integración habitacional, que es el acceso a una vivienda digna; integración urbana porque no solo hay que vivir en una vivienda digna sino que además tiene que estar en un barrio que esté conectado con el resto de la Ciudad; e integración socioeconómica, que involucra no solamente tener una casa y un barrio en buen estado sino también hacerse de las herramientas que le permitan a una persona desarrollarse. Esas tres patas generan que un barrio esté integrado y que las personas que viven en ese barrio tengan los mismos derechos y las mismas responsabilidades que un vecino que vive en otro barrio», explicó Juan Maquieyra, presidente del Instituto de Vivienda de la Ciudad (IVC) en diálogo con Municipios.
Abordaje
En la primera fase de abordaje de cada uno de los barrios (ver infografías), el Gobierno porteño lleva adelante un profuso y minucioso relevamiento socioambiental a partir del cual se conforman las mesas participativas entre el Estado, las vecinos, la Defensoría y ONG.
Al respecto, el titular del IVC sostuvo que «el Estado no viene e impone una nueva morfología de barrio sino que nos sentamos con los vecinos y trabajamos juntos sobre cómo deberían ser estos barrios ya integrados. En un primer paso se desarrolla toda la infraestructura y servicios del barrio y se trabaja paralelamente en la construcción de viviendas nuevas y refacciones. Por lo tanto el final del camino es un barrio que tiene una mezcla de vivienda nueva y vivienda refaccionada a condiciones dignas, todos los servicios conectados y los distintos efectores del Estado presentes a través de jardines, escuelas y centros de salud».
Uno de los aspectos centrales es la realidad socioeconómica que atraviesan los habitantes de las villas y asentamientos porteños. El trabajo que se realiza desde el Gobierno porteño contempla tres ítems fundamentales: salud, trabajo y educación. En materia de salud las tareas apuntan a aumentar la disponibilidad, el acceso y la calidad de los servicios. En el caso de la educación hay un dato que deja en claro la inequidad de la actualidad porteña: el 80% de los jóvenes de 18 a 25 de la Ciudad tiene el secundario completo, en la Villa 31, el 73% no tiene el secundario completo. Ante esta situación, la integración de los barrios contempla la apertura de más jardines, escuelas y centros de formación para adultos. «Desde lo simbólico tomamos una medida muy relevante, todas las decisiones educativas de la Ciudad se van a tomar en el barrio 31 porque el Ministerio de Educación se está trasladando al medio del barrio en un edificio de 33 mil metros cuadrados, que será el edificio público más grande de la Ciudad, que se comenzará a construir en tres meses», afirmó Diego Fernández, secretario de Integración Social del Gobierno de la Ciudad. En cuanto al trabajo, el plan avanza en varios ejes que apuntan a la formalización laboral. Por caso, en la 31 hay 900 comercios que hacen una actividad lícita de manera informal. En paralelo se brinda capacitación a los vecinos para que puedan mejorar sus emprendimientos y la administración.
En lo que hace al trabajo, el plan de integración realiza capacitaciones para la confección de CV y entrevistas para los vecinos, pero además el Gobierno mantiene nexos con las empresas privadas para incentivarlas a tomar vecinos del barrio y evitar casos de discriminación.
«El Centro de Estudios sobre el Desarrollo Económico Local lo inauguramos el 23 de diciembre de 2016, lo hicimos en lo que era la zona más pesada y narco del barrio en el galpón de Tarzán, algo muy fuerte desde lo simbólico. La Justicia nos dio el galpón en consignación y hoy tenés un centro de desarrollo para todos los vecinos y no hay más narcos», contó Fernández.
Impacto
La transformación de las villas y asentamientos en barrios integrados tiene un impacto que va más allá de la mejora de la calidad de vida de los propios vecinos, sino que los beneficios se extienden al resto del entorno. Un ejemplo es Fraga, un barrio que está dentro de Chacarita que al urbanizarse e integrarse a la Ciudad va a mejorar el tema de la seguridad. Es que en la actualidad al no haber presencia del Estado, los delincuentes se esconden en el asentamiento, pero al transformarse en barrio esa oportunidad de esconderse desaparece porque el barrio pasa a ser igual de seguro que el resto de la Ciudad.
También el proyecto de integración contempla el espacio público como algo central. Además de la demolición de casas para la apertura de calles, los proyectos urbanísticos tienen en cuenta el esponjamiento, que es la creación de pulmones de manzana y de espacios verdes que van a poder disfrutar todos los vecinos.
«Si hay partes de la Ciudad que no están bien, la verdad es que el conjunto no está bien. Cuando integramos los vecinos del barrio ganan, pero también el resto de la Ciudad está mejor», concluyó Fernández.