Masiva marcha de la CGT contra el gobierno

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Un mensaje único y por momentos ensordecedor en reclamo de un paro general fue el elemento aglutinante de la masiva y heterogénea multitud que se movilizó ayer en el centro porteño convocada por la CGT para repudiar la política económica del Gobierno y exigir respuestas frente a los despidos y el deterioro del poder de compra de los salarios. Desde el escenario, el triunvirato de conducción de la central obrera aceptó a medias la presión abrumante del reclamo: anunció una huelga de 24 horas pero esquivó la definición de una fecha. La multitud reprobó esa actitud con fuertes cánticos y silbidos, y un final para el olvido en medio de corridas, tumultos e incidentes.

La reacción de la administración de Mauricio Macri volvió a apostar a la estrategia de emparentar la marcha con la política electoral y particularmente la oposición kirchnerista. Rehuyó así, al menos en el discurso público, cualquier explicación sobre la masividad de la protesta y la amenaza que supone sobre la profundización del conflicto social en el corto plazo.

La contundencia de la manifestación se olfateó desde el mediodía a medida que las columnas de los gremios cegetistas, de las organizaciones de las dos CTA, los movimientos sociales y empresarios, y las expresiones de diversas fuerzas de oposición brotaban en las inmediaciones de la esquina de Diagonal Sur y Moreno, donde la CGT montó el escenario central. El perímetro comprendido por las avenidas San Juan y Córdoba desde 9 de Julio hasta la zona del bajo porteño resultó intransitable, un terreno casi consagrado por completo a la protesta. En la cúpula cegetista hablaron de 800 mil manifestantes, mientras en algunos sectores políticos estimaron poco más de la mitad. De cualquier manera la multitud fue apabullante.

El acto se adelantó 40 minutos y fue breve, reducido a los discursos de los triunviros Carlos Acuña, Juan Carlos Schmid y Héctor Daer. Desde el escenario al que solo accedieron referentes sindicales, los tres dirigentes repitieron el rosario de críticas y reclamos al Ejecutivo y anunciaron un paro nacional, pero sin ponerle fecha. Los abucheos resonaron en la multitud que redobló la presión al canto de «poné la fecha la puta que los parió». «La fecha ya está puesta –respondió Daer frente al micrófono–. Si no hay respuestas, los primeros días de abril va a haber un paro nacional».

La misma línea desgranaron los discursos previos de Acuña y Schmid. «La CGT va a seguir en la lucha. Si no hay respuesta le pondremos fecha al paro», enfatizó el primero. Y Schmid completó: «Venimos a anunciar que va a haber medidas de fuerza en la Argentina».

Pero la promesa estuvo lejos de conformar la expectativa de la multitud que durante todo el acto solo gritó en reclamo del llamado a la huelga general. Los insultos se multiplicaron frente al escenario. Y el final sobrevino en medio de disturbios, golpes y corridas detrás del palco mientras se retiraban las principales figuras sindicales.
Daer, que junto a otros dirigentes se refugió en el edificio de la Federación de Empleados de Comercio a pocos metros del escenario, acusó directamente a sectores del kirchnerismo por los incidentes.

«Esto fue premeditado, nadie se pone detrás de un palco para un acto. Fue una provocación», le dijo a este diario e individualizó por el tumulto a un grupo de manifestantes que se identificó con banderas de La Cámpora de Berazategui, que responde al intendente Patricio Mussi.

Contrapesó, entonces la foto de los incidentes con lo que interpretó como el mensaje concreto de la protesta. «La marcha fue una demostración elocuente de la actitud pacífica de los trabajadores detrás del pedido de rectificación de medidas que expuso la CGT».

Superada la tensión del final de la marcha, en la primera línea cegetista aguardaban por algún gesto del Gobierno. En reserva descontaban una pronta convocatoria a retomar las negociaciones, más allá del discurso público de los funcionarios de minimizar el desafío social de la protesta. Sin embargo, muy pocos se mostraron optimistas respecto a la posibilidad de lograr avances concretos en una nueva instancia de diálogo. «No tienen nada para ofrecernos», se sinceró un dirigente.

Fuente: El Cronista.